martes, 28 de noviembre de 2006

Poni

Hasta esta redacción ha llegado un desafío/invitación/reto/propuesta/a-que-no-te-atreves de parte de un par de simpáticos blogs que también leo (este y este). Y ya que el reto pareció simpático e ilustrativo, henos aquí, dispuestos a revelar parte de nuestra intimidad más íntima (¡jo!) y de nuestros traumas psicológicos.

Es que la invitación consiste en que cada uno cuente un poni del que sea orgulloso ---o sufrido--- portador. Un poni (¿expresión popular en España?) ha sido definido como (cito de uno de los blogs en cuestión) "[...] un trauma muy gordo que se te queda después de algo que te pasa cuando eres pequeño". Parafraseando un poco las palabras de las organizadoras de esta cruzada: por ejemplo, un poni sería si te vas a un campamento de verano y te caes al lago y nadie te rescata porque el socorrista está entretenidísimo con la monitora de tiro al arco (sí, entretenidísimo); y entonces te mueres y vuelves cada verano de entre los muertos para cargarte a los monitores del campamento porque tienes un resquemor de los gordos. Por ejemplo, como le pasó a este jovencito.

Bueno, yo no regreso todos los años para matar gente en campamentos de verano. Básicamente porque en mi país no suelen haber campamentos de ese tipo, y porque con las pastillitas que me recetó la doctora Tesuda Tumano ya se me pasó. Mi poni es un poco más sencillo. Pero traumático al fin y al cabo.

Me sucedió cuando aún estaba en la universidad. En esa época tenía temporadas con casi tanto tiempo libre como ahora, solo que sin la preocupación de tener que conseguir un trabajo, por lo que me lo pasaba en grande. Bueno, a veces, claro. El resultado era tener siempre un tiempito libre para algunas actividades honorables que lo ayudaran a uno a cultivar el espíritu. Así que cuando leí un discreto cartelito que anunciaba la Misa en sol mayor de Schubert en el auditorio de Física, no dudé ni un segundo: lo anoté en mi agenda y me mentalicé. Sonaba bien.

Era para un jueves al mediodía. Así que ese jueves me las arreglé para almorzar temprano y tener todo listo. Después de un fugaz almuerzo, comparecí en el susodicho "auditorio de Física" (apenas un salón más grande que los demás... entenderán que los estudiantes de Física no son el público más aparente para construirles todo un auditorio dedicado a la música culta), comparecí, decía, sin sospechar que estaba compareciendo ante una de las peores tardes de mi vida.

Y empezó la misa. Es decir, la música. En realidad, la tal misa de Schubert (lo comento para los que no lo sepan) no es una misa tal cual; es, más bien, la música para la misa. La estructura de una misa (en música) normalmente es la siguiente:

-- Kyrie
-- Gloria
-- Credo
-- Sanctus
-- Benedictus
-- Agnus Dei

Hasta ahí vamos bien, seguro que todos ya sabían eso. ¿Qué dicen? ¿Que no? Bueno, pero lo que de seguro sí saben (porque esto sí lo sabe todo el mundo) es que las obras de música culta normalmente tienen varias partes. Dichas partes se suelen llamar movimientos, y se considera que una composición ha terminado cuando han sonado todos sus movimientos. De Perogrullo, ¿verdad? Pues de ahí se deduce que no se debe aplaudir hasta que la obra, con todos sus movimientos, termine. Vamos, ¡si todo el mundo sabe eso!

Todos menos yo.

Entonces, que empieza la misa tan bonita y yo me maravillo y digo "Caramba, qué lindo es esto" y luego de unos minutos termina el delicioso primer movimiento (el Kyrie ---si no me engaña la memoria---) y entonces los músicos paran y todo se queda en silencio y... y...

"Mira a estos ignorantes: nadie se da cuenta de que esta parte ha terminado. Pero, deja: yo les enseñaré". No les diré quién pensó esto de aquí, pero sí que unos milisegundos después, este pecador se lanzó a aplaudir con desafiante frenesí ("¡Aprendan!"), con delirante indignación ("¡¿Qué no se dan cuenta de que toca aplaudir?!"), con beligerancia ("¡Así, así! ¡Choquen sus manos unas con otras!")...

Pero pronto la rabia y la indignación se fueron transformando en sorpresa y confusión ("Esteee... algo no anda bien") pues todo el auditorio seguía en silencio, y nadie me siguió la corriente ("¿Aló? Tierra llamando a auditorio..."). Apenas por ahí uno o dos incautos más dieron un par de palmadas, quizá compadecidos del loquito que comenzó a aplaudir como mono sin razón alguna. Pero pronto abandonaron la empresa, y solo quedaban resonando en el ambiente las palmas que incluso yo mismo miraba con sorpresa, como si fueran de otro ("¿Qué ocurre?").

Entonces me callé. Más prudencia que por otra cosa. Quizá yo me había dormido y había despertado en un universo paralelo en el que estaba prohibido aplaudir, y seguir haciéndolo excitaría la ira de los nativos. Nunca se sabe. Solo que dejé de aplaudir y me sequé un poquito el repentino sudor que me caía por la frente. De pronto había comenzado a hacer mucho calor. Y comenzó a hacer aun mucho más calor cuando ---aterrado--- veo que la directora allá abajo deja su batuta en el atril, y se vuelve hacia nosotros para decir algo. Y lo dijo ---obvio--- no para mí (¡nooo, qué va!) sino para todos en general. Obvio.

---En una obra musical clásica no se aplaude sino hasta el final.

El calor se había hecho insoportable, les juro, y lo que hubiera dado por que la era del hielo hubiera venido nuevamente de sopetón y sobre el Perú en esos precisos instantes.

La cosa es que desde ese fatídico día, nunca soy el primero en aplaudir en lo que sea. Siempre dejo unos prudenciales segundos (no vaya a ser que los aplausos que comienzo a escuchar sean producto de mi imaginación) antes de lanzarme a aplaudir como monito. Y discretamente, eso sí.

Debajo les dejo una foto, no solo para que me conozcan (ya era hora), sino porque es algo así como nota de las iniciadoras de la cruzada que tu poni venga con la foto correspondiente.

Debo decir, para justicia del pobre Schubert, que su misa, luego de escucharla completa, resultó bellísima. Me gustó mucho. Recuerdo especialmente el Agnus Dei... ¿tal vez por la parte que dice "Ten piedad de nosotros"?.

Fuera de bromas, felizmente que (todavía) Dios me quiere a pesar de esos arrebatos de humildad (!).


Esta foto (gracias a Lorzagirl) fue tomada con la cámara de seguridad del lugar,

que se activa cuando hay fuego o cuando

alguien aplaude como loquito antes de que termine la obra.

15 comentarios:

zegim dijo...

Poni... que manera de llamarle a esos momentos tan memorables. Trataré de recordar alguno.

Kike dijo...

Y, sí. Yo tampoco sé por qué poni. En el Diccionario de la Real Academia dicen que es un caballito, de esos que todos los niños estadounidenses les piden a sus padres por Navidad en algún momento de sus vidas. Pero, bueno, sus razones tendrán (para usar la palabra, digo, no para pedir el caballito).

Si te acuerdas de algo que te pasó, cuéntalo :-)

neblina dijo...

OHH!!! muy buen poni, caballero!!! claro que si, es un poni en toda regla!

neblina dijo...

Os explico un poco, se dice poni, porque casi todos los niños quieren que les traigan los reyes magos un poni (caballito pequeño) por navidad, y ponen toda su ilusión y cuando descubren que lo que les han traido es: unos calcetines, un cuaderno... etc se llevan una desilusión que les crea un trauma...

Be dijo...

Dios mio, es un grandísimo poni, claro que sí. Para ser un poni el trauma tiene que dejar secuelas. Como por ejemplo, en el caso que comentaba Neblina mas arriba, que cada vez que veas un poni te sientas ninguneado por tus padres o los Reyes Magos. O, en el caso de su superponi, que siga sin aplaudir el primero.

Bienvenido a la Hermandad de los Ponies.

Kike dijo...

Neblina:

Caramba, muchas gracias, digna dama. Dos visitas suyas en un día, honor que me hace.

¿Así que mi poni es un poni en regla, de pleno derecho? Hombre, no sabe el gusto que me da oír eso... aunque, bueno... pensándolo bien... ¿me da gusto?

Ya me confundí.

Kike dijo...

Be:

¡Muchas gracias por la bienvenida a la Hermandad de los Ponis!

Eehh... aunque es una de esas cosas frente a las cuales uno no sabe si decir que es un privilegio o un castigo, ¿no? Digo, como un poni no necesariamente es algo bueno...

¡Ya me confundí más!

KARMILA dijo...

Jajaja vaya amigo que enredo jajaja.

Y despues de entender que es un "pony" tratare de recordar uno para escribirlo jajaja y vayaaaaaa que tengo jajaja.

Recibe un beso enorme y todo mi cariño niñote.

Besos¡¡

Anónimo dijo...

Jajaja, me morí de ternura!
Y ahora que hay foto tuya, te imaginé ahí aplaudiendo enardecido, jajaja
me hizo acordar a mi post ed tragamatierras de hace poco.
Besotes Kikito!
Aplausos!

Kike dijo...

Karmila:

¡Pero cuál enredo? Si está clarísimo: caí más mal parado que jabalina olímpica, ¡ja, ja, ja!

Así pasa cuando sucede. Me cuentas si pones un poni.

Kike dijo...

Checha:

"Vos te reís, pero es triste" ;-)

¡Ja, ja, ja! Bueno, a mí me da ternura que te haya dado ternura.

¡Feliz cumpleaños!

marches! dijo...

cuando alguien quiere algo..
yo siempre contesto yo quiero un pony!!
es tan chistoso ver su expresion al oirme decir eso :p

saludos

Kike dijo...

Hombre, su expresión no debió de ser muy distinta de la mía cuando leí su comentario, ¡debió verme! ¡Ja, ja, ja! Tuve que leerlo varias veces para entenderlo.

Debe de ser, sí, bien gracioso ver las otras caras. Si un día tomas una foto, házmela llegar.

Un abrazo y bienvenida. Vuelva, vuelva cuando quiera, que hay limonada y galletitas.

Anónimo dijo...

Asi que "poni", no? Interesante forma de poner pequeños "roches" en nuestra vida cotidiana. Asi que ponis, no? Me acuerdo de... caramba tengo varias, paresco un "chavo del 8" con tantas chisporroteadas. Pero la que nunca me voy a olvidar son las que me pasaron en misa, varias de ellas acolitando con mi queridisimo hermano, te acuerdas? Aqui un pequeño "poni"... Ustedes saben que durante la Misa hay una parte en donde el Sacerdote se lava las manos y es ayudado por los acolitos, durante este momento el sacerdote dice una pequeña oracion en latin y este humilde servidor que justo esa era la primera vez que acolitaba entonces como nunca me dijeron de esa "oracion" yo todo un ... le comence a decir al Sacerdote que me repitiera lo que estaba diciendo que no le entendia y como seguia recitando su oracion y yo sin entender le dije muy discretamente: "Padre, no le entiendo, despues me dice lo que trataba de decirme". Note una ligera sonrisa en el Sacerdote, terminando la misa esa impresion mia de que era una ligera sonrisa se transformo en una muy considerable llamada de atención, es mas aun me acuerdo todo lo que me dijo, que por caridad a los lectores no colocare aqui. Bueno, esa vez el Padre me hizo aprenderme esta "oracion" para que la proxima no pregunte en vano. Desde esa fecha hasta un año despues nunca volvi a preguntarle al Sacerdote algo que no estuviera en el "guión" de una misa común y corriente. Es mas siempre que el Sacerdote se dirige a mi para decirme algo sobre la misa, comienzo a sudar frio y dudo de todo en ese momento, pasado el momento recupero la "dignidad" y sigo para adelante.
Kike, sobre el mail con tu supuesta coordinacion para el respectivo whisky y pollito a la brasa o lo que sea, revisa bien la direccion pues hasta ahora no me ha llegado.
Bueno, hermanito estamos en contacto.
Un saludo para todos los lectores de este blog.
Dios los bendiga.

Kike dijo...

Hombre, pero no: un poni no es un roche en la vida cotidiana; es un trauma, ¿vio?; algo que te deja huella pa' siempre.

Pero dale, que esa de la misa es traumática... bueno, al menos para todos los que estábamos del otro lado y te veíamos ahí, ¡ja, ja, ja!

Un abrazo. Ya corregí el error en tu dirección. ¿Quién habrá estado recibiendo los trescientos mails que te envié? :-/