jueves, 13 de julio de 2006

"E pató, pató"

"E pató, pató, ente tui yo... pató, pató, ente tui yo...". Hoy Carolina ---ya la presenté por aquí--- estuvo cantando reggaetón. ¡Alucinante! Y hasta me enseñó a bailar, porque cuando comencé a mover mis brazos torpemente, siguiéndole la corriente (okey: el baile no es mi fuerte, ¿está bien?), me miró muy severa y me corrigió rápidamente:
 
---No. Así no. Eso se baila así, con... con...
 
Y luego sus siguientes palabras fueron ininteligibles, pero se ponía las manitos encima de la frente y, mientras se movía al compás de su "pató, pató", me daba a entender que vio a alguien usar un sombrerito mientras bailaba.
 
¿Qué? ¿Qué dicen? ¿Que qué tengo yo con Carolina que a cada rato la menciono? ¡No, nada, hombre...! Pero digamos que estoy esperando que crezca unos veinte añitos... je, je...
 
Fuera de bromas (y, por favor, que quede claro que lo anterior es una broma: no me vayan a tomar ahora por pervertido o cosa así), es lindo ver la ternura e inocencia de un niño, pero un tanto peligroso que desde chiquito esté expuesto a cosas tan perturbadoras como el reggaetón, ¿ve? Digo, por la letra y el baile... Bueno, por ahora no hay problema, porque con las justas entiende lo que dice. Pero luego... esperemos que haya alguien ahí para acompañarla. Siempre hablamos de la pureza e inocencia de los niños: pero ¿qué acaso es algo privativo de ellos? Nada que ver: podemos ayudarlos a que no pierdan estas cualidades nunca o, mejor aun, a transformarlas en virtudes.

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