jueves, 6 de julio de 2006

Que el viento no se lleve mi número

Ayer conté aquí una historia de lo que me ocurrió cierta vez con una niñita llamada Carolina. Aquí, por fin, se las presento:

En realidad, eso ocurrió hace ya casi dos meses. Ayer, sin embargo, lo recordé porque volví a acompañar a mi madre a recoger a Carolina y a sus amiguitos. Cuando la recogimos, recordé todo aquello que había ocurrido, y de inmediato pensé en cómo redactarlo para ponerlo por aquí. Y, pues, como uno es medio periodistón, y quiere cruzar fuentes y confirmar datos, quise confirmar ahí mismo la edad de Carolina.

---Carolina, ¿cuántos años tienes?

Ya saben la típica respuesta de los niños. Toman sus dedos y los juntan y te los muestran, uno por cada año cumplido. Carolina juntó el pulgar y el meñique, y me enseñó tres deditos orgullosos.

---¡Así! ---me dijo orgullosísima. Siempre los niños están orgullosos de la edad que tienen, y mientras más años tienen, más orgullosos. Mientras más se alejan de aquella lindísima edad, más contentos están. Pobres... no saben nada de la vida. Felizmente que algunos todavía nos esforzamos por ser niños... digo, por lo inmaduros que procuramos ser... je, je...

La cosa es que las ventanas de la camioneta estaban abiertas porque, aunque sea absolutamente de locos, en pleno invierno está haciendo un calor extraño en Lima. Pero dentro de la camioneta corría un aire que ni les cuento, ¡porque mi mamá corría...! La cosa es que entraba viento a la camioneta. Y Carolina lo sintió. Entonces ella, que tenía su brazo extendido hacia mí, con sus tres orgullosos deditos, se dio cuenta y, asustadísima, los guardó rápidamente debajo de su axila, al tiempo que gritaba: "¡Se va a volar mi número!".

¡Ay, mi Dios del Cielo! ¡A ver si los niños no nos hacen reír así! ¡Ja, ja, ja! ¡Qué ternura, hombre! La sonrisa que me mandé la fotografiabas y ahí mismo me moría diciendo "Listo: cumplí. Ya pueden recogerme".

Fuera de bromas: Dios también fue niño. ¿Qué de ocurrencias así habrá tenido? A ver si nos hacen un Código da Vinci de esas vainas, más bien, en vez de estar perdiendo el tiempo en ver si se quedó con María Magdalena y tanta tontería más.

4 comentarios:

Margot dijo...

Hola
¿Sabes?, esta cosa de la ignorancia de los niños es estremecedora.
Yo tengo una hermana pequeña que me ha hecho toda clase de declaraciones muy inocentes; y aunque ahora ya tiene 9 años, todavía sigue igual, gracias a Dios. Lo que me alegra es haber estado presente cuando empezaba a entender como son las cosas.
Nos veremos luego, ¿si?
:)

Kike dijo...

Qué bueno que tu hermanita siga siendo igual ahora a los nueve años. Habemos algunos otros, también, que nos esforzamos por seguir teniendo nueve años... je, je...

Nos vemos.

K.

Virginia dijo...

La ternura de un niño es grandiosa.....aunque a veces muchos grandes guardamos la ternura muy dentro de nosotros por miedos, temores, por la misma sociedad....pero lo que no saben que muchas veces puedes conseguir mas cosas con una gran ternura aunque seamos mayores de edad....que con esas poses de adultos....je je je je

Kike dijo...

Pues tienes mucha razón: la próxima vez que vaya a un banco leeré antes tu comentario, ¡ja, ja, ja!

Reciba la bienvenida por aquí y dese su vuelta cuando quiera.