A mí algunos clientes me pagan por transferencia bancaria. Cuando les termino una corrección ---que les envío por correo electrónico--- les doy mi número de cuenta y me depositan el dinero. Todo fácil.
¿Todo fácil?
Aparentemente no. Uno de mis clientes efectuó una transacción a mi cuenta en los primeros días de noviembre. Como él es cliente de un banco diferente del mío, debió utilizar un procedimiento llamado transferencia interbancaria, algo que suena así como a viaje interplanetario o a teletransportación, que da más o menos la idea de lo que le pasa a tu plata cuando haces el último clic al realizar la operación desde Internet.
Bueno, la cosa es que ese dinero se perdió. Yo nunca lo recibí, pero mi cliente sí lo perdió de su cuenta. Entonces, hay que averiguar dónde está.
Primera etapa: coordinaciones por correo
Esta etapa es sencilla: estimado don P., no recibí su dinero; qué extraño, Enrique, déjame ver qué pasó; se lo agradezco mucho; ya vi mi cuenta, Enrique, y la transferencia figura como efectuada; qué mal, don P., yo nunca recibí el dinero...
Al final de una simultánea pesquisa individual, nos trazamos un plan de acción: "Kike, por favor llama a mi banco y pregunta qué pasó; desde Internet veo que todo está en orden". El señor P. no vive en Lima, por eso me pide que llame yo.
Segunda etapa: llamada al banco B
¿Ustedes creen que pude conseguir el bendito teléfono del banco del señor P.? No sé qué habrá pasado, o qué clase de duende jugó a esconder los teléfonos, pero yo, que tenía que conseguir el teléfono de una agencia específica del banco, en Miraflores, estuve un buen cuarto de hora llamando por aquí y por allá para conseguirlo: en el directorio telefónico aparecía, pero cuando llamabas, daba tono de fax; en el servicio de informaciones te daban otro, pero nadie contestaba; cuando llamé nuevamente me dieron uno nuevo, pero no era el que quería; sin embargo, la persona que me contestó en ese número me dio otro; llamé a aquel, y me dieron el primer número otra vez... ¡Vaya! Finalmente, ya no recuerdo cómo di con un número equis: ¡el dichoso número!
Así que llamo, esperanzado aún... pero tontamente: no me pueden dar información sobre una cuenta que no es la mía; "Por favor, señor, llame al siguiente número, a atención por teléfono. Ahí lo ayudarán". Cielos.
Tercera etapa: el telefonito del horror
Si bien en el primer caso me partía de enojo que por teléfono no me pudieran dar datos de una cuenta que no era la mía, pensándolo bien me escarapeló más el cuerpo el hecho de que, al llamar al dichoso telefonito de atención telefónica, esta vez sí me dieran los datos de una cuenta ajena como si tal cosa. ¿Era eso bueno o malo?
---La transacción figura como efectuada, señor ---me explica amablemente un tipo.
Entonces yo pienso: "Bueno, debe de haber un error".
---Ya que es así, pensamos que debe de haber algún error ---prosigue. Sin duda el tipo era pariente de Cristóbal Colón.
---¿Y dónde está el error?
---No lo sabemos.
Genial.
---Señor ---me indica finalmente---, dígale a quien le efectuó la transferencia que debe comunicarse con nosotros por teléfono.
¿Oí bien? ¿Por teléfono? Mi amable cliente vive en California: llamar por teléfono al Perú debe de salirle un platal. ¡Y para quejarse! Eso sí que está bueno. Una vez me pasó lo mismo cuando estando en Brasil: al pagar con una tarjeta de débito, ocho reales se transformaron misteriosamente en 30 dólares. ¡Y querían que yo llamase desde Belo Horizonte para reclamar! ¡Sí, claro!
Le explico al tipo que la inocente persona que me depositó el dinero vive en otro país. No hay caso, hablo con una pared: "Va a tener que hacerlo, señor. No hay otro procedimiento".
Cuarta etapa: llama tú; no, tú
El amable señor P. hizo esa llamada. Y averiguó. Y me contó la amable conversación que tuvo desde California con la gente de su banco en Lima.
---La transacción no fue rechazada ---le explicó alguien que con toda probabilidad era pariente del tipo anterior---. Debe llamar al siguiente número, que es del otro banco.
Ese otro banco era mi banco.
Hemos cambiado entonces: ahora es mi banco el que debe responder.
Sin embargo, a malhadada hora se me ocurre una idea: ¿y si todo fuese un error mío? Es decir, ¿qué pasaría si por idiota no me fijé bien en la transferencia de mi cliente? ¿Y si en realidad sí recibí su dinero en mi cuenta, solo que no me di cuenta? Por eso se me ocurrió una idea brillante : generar primero un reporte pormenorizado de mi cuenta de ahorros para ver los movimientos que tuve en el último mes, el correspondiente a la transacción que queremos verificar.
Etapa cuatropuntoúno
Aprovechando que un sábado estoy por el centro de Lima, donde queda una de las agencias más grandes de mi banco, me acerco amablemente a hacer mi trámite.
---Señorita, quisiera un estado de mi cuenta correspondiente al último mes.
---Encantado, señor. Tiene que pagar un cargo. Son once soles.
Plop. Once soles. Por un papel impreso en computadora. Once soles. Tres dólares. Estamos todos locos.
---¿Estás hablando en serio? ¿En verdad tengo que pagar?
---Sí, señor.
En fin, en mi país tenemos una frase para cuando te toca perder : "caballero, nomás".
---Bueno, pues, ¿puedes descontarlo de la cuenta de ahorros que tengo con ustedes?
---No, señor. Debe pagar en efectivo.
Ajá, era verdad: todos nos volvimos locos de repente y no nos dimos cuenta, fíjense. El colmo de la idiotez: ¡debo pagar en efectivo! Debo decirle a la chica, entonces, que me espere porque tengo que hacer la cola en la otra ventanilla para sacar el dinero que deberé entregar en aquella otra ventanilla, para luego volver a esta ventanilla donde estoy ahora. ¡Y estoy en mi propio banco!
---Bueno, ¡qué voy a hacer! Anda llenándome la ficha, que vuelvo con el dinero.
De pronto tengo una iluminación.
---Espera, dime una cosa: ¿cuánto tarda el trámite?
---Tarda dos días útiles, señor.
---¡¿Qué?!
Era real. El trámite tardaba dos benditos días. Dos. Útiles. Inconcebible. ¿Han visto esa escena de El padrino en la que Michael Corleone tiene un ataque de hipoglucemia?
---Caa... Mira, ya me rindo. Llena la ficha de una vez.
Pero, en ese momento, tengo mi segunda ---y más trágica--- iluminación:
---Espera un momento: a dos cuadras de mi casa hay una agencia de ustedes también. ¿Puedo recoger mi estado de cuenta allá o debo venir hasta aquí?
---No, señor, deberá venir aquí.
---Adiós.
Etapa cuatropuntodós
Agencia a dos cuadras de mi casa. El mismo sábado ---me fui volando de un lado al otro--- a las 12:50 de la tarde, apenas diez minutos antes de que cierren. Sí, porque resulta que trabajaban hasta el mediodía.
---Buenos días, señor, ¿en qué lo puedo ayudar?
El pobre tipo debió de haber visto mi cara de Magdalena. Algo debió de haberlo conmovido, porque noté que me trataba con una dosis extra de paciencia. A su lado, otro agente miraba por encima de su hombro, de pie; de seguro lo estaba capacitando.
Les conté a qué había venido.
---Sí, señor, encantados de ayudarlo. Aquí haremos su trámite para solicitar su estado de cuenta.
---¿Y tengo que pagar en ventanilla?
---Sí, señor.
Genial, no adelantamos nada.
---Y, díganme una cosa: ¿cuándo podré venir a recoger el documento?
---Oh, no, señor, usted no tiene que venir a recoger el documento; se lo enviamos a su casa.
¡Ah, vaya, por fin una buena noticia! La cosa mejora.
---Oh, vaya, qué bueno. ¿Y cuándo...?
---En cuatro días útiles, señor ---contesta el otro---. Firme aquí, por favor.
¿Han visto aquella escena de El padrino en la que Michael Corleone asesina a Virgil Sollozzo y al capitán McCluskey?
---¡¿Cuatro días útiles?!
---Sí, señor.
---¡Pero si yo vivo a dos cuadras de aquí! ¡A dos cuadras! ¿No es tan fácil como que venga a recogerlo?
---Lo siento, señor, es el procedimiento.
De pronto, todo se pone de color dorado y un sonido como de radio mal sintonizada va nublando mi mente. Cierro los ojos y no recuerdo nada más. Lo siguiente que veo es una mano extendida hacia mí con un vaso de agua. Unos cuantos rostros me miran preocupados, mientras que un policía, unos metros más allá, no deja de hablar algo por su radio. Al lado de mi silla, justo delante de mis ojos, un cartel se disculpa con el siguiente cliente con aquella frase de "En estos momentos no podemos atenderlo"; por el otro lado, sin embargo, el mismo cartel dice con letras muy grandes, demasiado, tal vez: "Banco Tal de Tal: haciéndote la banca más simple".
Fuera de bromas, me parece increíble que en este mundo de hoy, frenético y trepidante, materialista y consumista; este mundo en el que solo importa el dinero, y en el que el tiempo es dinero; este mundo en el que lo único que importa es producir producir producir; en este mundo en el que, por esa mismas razones, casi todos los negocios atienden ahora veinticuatro horas al día y siete días a la semana ---¡hasta las iglesias!---, los únicos que siguen trabajando de lunes a viernes y de nueve a seis son, paradójicamente, los bancos.
¿No será que ellos, quienes, finalmente, mueven al mundo imponiendo las reglas de juego, saben que la lógica del "chamba es chamba" y "no te detengas, que el tiempo es dinero" es en realidad una farsa? ¿No será que ellos, que nos quieren inculcar a nosotros que la verdadera felicidad está en trabajar sin descanso esforzadamente para alcanzar el éxito, en el fondo saben que todo es mentira, y que el éxito no está ahí? ¿No será que ellos, que sojuzgan al mundo obligando a todos a trabajar tueniforseven, saben bien que el ser humano no puede vivir así?
Quizá ese sea su secreto mejor guardado: no todo es trabajo en la vida.
19 comentarios:
Me acabas de recordar una odisea en el mi banco de por aca de hsbc, que por cierto me recuerda que tengo que quejarme de eso en un blog de quejas que tengo.
Por favor, contanos el fin de todo esto.
No pueden averiguarlo ellos en su computadora? O vos mirar tus movimientos de cuenta por internet?
Aquí los bancos son fatales, pero esas cosas sí te las hacen...
También podría el señor de california ponerte por fax, o escaneado, la constancia impresa que te dan cuando se hace la transferencia por internet. Y con eso reclamar en el banco. Para constatar que todos los números estén igual y no se lo hayan transferido a una cuenta equivocada.
Pero no dejes de contarnos cómo terminó. Gracias!
Y muy buen 2007!
¡Que horror, que horror!
Por eso odio tener que ir a los bancos, lo evito lo más que puedo, es algo terrible.
Ojalá que en este 2007, los bancos sean un poco más humanos (uy sí, se vale soñar.)
¡Saludos!
Drama Kafkiano, si los hay..
Feliz Año!!!
Para anecdotas, "Kikito" es unico, jajajaja. Solo a ti te puede pasar eso, perdon, solo a ti se te ocurre hacer eso, jajaja, siempre los bancos van a ver la forma de poder quitarte hasta la ultima moneda de tu billetera. No es que tenga nada contra ellos, pero su funcionamiento esta basado en el dinero asi que "caballero, nomas." Por otro lado, debes terminar de contar tu anecdota... ¿qué paso? ya que estamos con la duda si hiciste lio en el banco o no.
Bueno cuidate un monton hermano y estamos en contacto.
"Y...y.... y el animal???" (les luthiers) ya pues kike....el final de la historia!!
LA VUROCRACIA:... ya me da miedo escribir aquí sabiendo que eres experto en la ortografía y yo que tan mala tengo....
en fin...tratando el tema .. en chile es lo mismo..... TERRIBLE...el telefono ...una buena salida de escape y los tonitos que ponen...JA es una burla....
BUEN POST.....
ADIOSINES
Rogelio:
¡Y, de los bancos uno podría tener mil anécdotas! Y de otras mil instituciones también... el seguro social, por ejemplo, que, como decía una querida amiga, "de social tiene mucho, pero de seguro, nada", ¡ja, ja, ja!
Un saludazo y bienvenido. Vuelve cuando quieras.
Hermana Josefina:
Gracias por los buenos deseos para el 2007. Yo le deseo sactamente lo mismo :-)
Y no sé si algunas de esas cosas se pudieron haber hecho... De todos modos, le agradezco mucho las sugerencias. Como ya vio, las cosas se solucionaron por el otro canal... un canal malogrado, ¡ja, ja, ja!
Zegim:
¡Ja, ja, ja! ¡Tú lo has dicho, hermano! ¡Ja, ja, ja! Que Dios nos libre de los bancos este 2007. Un abrazo hasta México.
Elena:
¡No, si está pintadito, fíjate!:
"Cierta mañana Enrique G. despertó tras un intranquilo sueño, convertido en un horrible personaje que no había recibido su estado de cuenta". ¡Ja, ja, ja!
¡Un abrazote, señora!
Habla:
Léete el final, pues, que ya lo publiqué, je, je...
Un abrazo, hermano. ¿Y mi pollo?
Salvaguay:
Pues claro que me acuerdo: ¿cómo iba a necesitar ese recordatorio? Innecesario, señor, innecesario :-)
Y lo de la Matrix... pues sí, cuando estaba en el banco creo que vi pasar dos veces a una persona por el mismo sitio y comencé a sospechar, je, je...
Buena por la apdeiteada.
Jcasaspe:
Pues, ni más ni menos: "¡La vaaaacaaaa!", ¡ja, ja, ja!
Anda, que ya puse el final de la historia... Ah, es más, ya la comentaste... ¡entonces estamos recontra atrasados, ja, ja, ja!
Mariposa:
Hombre, qué alegría que le haya gustado el post. Y, sí, pues, qué vamos a hacer: en todos lados se cuecen habas, básicamente porque en todos lados el ser humano es el mismo, ¿no? La mediocridad, al igual que la nobleza, son panculturales, cosas del corazón del hombre.
Hombre, y no se preocupe por la ortografía: igual comente, igual comente, que eso nos alegra.
Un abrazote.
Ay pobre!! en definitiva tienes muuuuucha paciencia, yo no la hubiese tenido en esos casos, o tiraba la toalla o hacía un escándalo de padre y señor mío...
Ya me estaba volviendo ingrata y ud tb!! cuidese y que este año le vaya mejor aun que el anterior.
Un besote!!!
La dényerus
PD. Me voy corriendo a leer la 2da parte, je, si es que el blogger me deja comentar de nuevo!
¡Ja, ja, ja! Sí, Dényerus, te creo al pie de la letra. Todavía me acuerdo de esa que te conté del problema que tuve con la empresa de celulares (que es ooootro tema) y tu automático: "¡Ah, no! ¡A mí me hacían esa y yo estaba ahí en una hora con mis pancartas!", ¡ja, ja, ja!
La llamaré para cuando haya que salir a voltear volkswagens y a destruir cajeros (ATM).
Saludazazasos.
Es el banco de crédito por si acaso??...una vez me robaron unos cheques, llame al banco para anularlos y me dijeron que tenía que mandar una carta..ósea...mientras yo hacia la carta, corría al banco, etc. el ladrón ya hubiera cobrado mi cheque. Felizmente una amiga que trabaja en ese banco logró que los bloquearan al instante.
Son unas ratasss...como la gente va tener cabeza y tiempo para hacer una carta despues del trance de un robo y el tiempo perdido, parece que el banco simpatiza con el ladrón y no con el cliente.
Y te desmayaste!!!!...pucha que roche!!!!!...pero bueno, eso le pasa a cualquiera, espero que a los del banco les haya remordido la conciencia..Un consejo...cambia de Banco...
Saludos,
¡Ja, ja, ja! ¡¿Una carta?! Esos tipos están locos. Una vez me pidieron que, estando yo en Brasil, los llamara por teléfono para solucionar un asunto de la tarjeta de débito que no fue mi culpa... ¡Sí, claro!
Más bien, por su culpa (por el problema con la tarjeta) pasé un par de días de zozobra en Minas Gerais, con el temor de quedarme endeudado hasta los dientes o de tener que quedarme a vivir ahí para pagar mi pasaje de regreso. Aunque hubiera sido lindo: Brasil es hermoso... ¡pero trabajar limpiando baños en el Mineirão, no! ¡Ja, ja, ja!
Ah, y lo de desmayarme... te cuento un secreto: en realidad, todo lo que cuento en el blog es verdad. Pero este detalle del desmayo sí fue ficcional. Bueno, en verdad ese día sí que terminé con una bronca del caramba. Pero cuando le hice notar al tipo que me atendía ---que ya se había dado cuenta de que estaba furioso--- que el cartelito que estaba encima de su escritorio rezaba "Estamos trabajando para hacerte la banca más simple", me dio tanta risa ver su cara de "Sí, es una estupidez" que se me pasó un poco el colerón.
Ahora bien: sí me he desmayado algunas veces en mi vida: así que la descripción del asunto sí es verídica. Y lo otro es que una cosa es ficcionalizar algunos relatos reales, y otra, mentir. De lo segundo soy totalmente enemigo, y nunca lo hago.
Saludos también.
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