Viernes de trabajo arduo, acostumbrándome a mi nueva y momentánea chamba. En eso, recibo un mensaje al celular:
---¿Puedes ser chofer de la novia? A. prestó su carro, pero solo confía en ti para manejarlo.
Era mi amigo R. Se casaba el domingo (es decir, el domingo que pasó), y me pedía que fuera quien manejara el carro de A. ---otro amigo nuestro--- para ese día. Ya saben, aquello de que la novia llega a la iglesia en un auto bonito, etc. El bueno de A. había puesto a disposición su auto, pero no podría conducirlo él mismo porque estaría en clases en la maestría.
A pregunta rápida, respuesta rápida:
---¡Claro! Pero si luego tu novia quiere escaparse conmigo, no será mi problema.
---Imbécil. Hay que estar en la casa de A. a las 8:00 mañana.
Fuera de bromas, no solo me sentí halagado por la confianza, sino que fue la segunda vez en mi vida en que me tocó acompañar muy de cerquita a un amigo que se casaba. Y es un lugar súper especial para estar, intentando salir al encuentro del amigo para ayudarlo a relajarse y tener todo listo, pero sin perder de vista el acontecimiento natural-sobrenatural que tendrá lugar en la iglesia. O, bueno, al menos, esa es la idea (de ahí a que se logre...).
Un matrimonio es cosa seria: dos personas que por amor se unen para toda la vida y fundan una familia, y que reciben la gracia divina para lograrlo. Poder participar de él como observador es un verdadero privilegio.
Ah, y no: no me escapé con la novia.
Ampliaremos en breve.
2 comentarios:
jajajaja, eres muy divertido, lo sobrenatural, fuera de bromas, lo haces muy digerible, Dios te bendiga y ¡qué honor acompañar a tus amigos en esos momentos!
¡Hombre, muchísimas gracias! Ojalá que siempre hagamos natural lo sobrenatural... difícil tarea, en serio. Pero ahí está el asunto. Ah, y sí, lindo acompañar a ese amigo mío. Es curioso, pero él estaba menos nervioso que yo. Ya no los hacen como antes, ¡ja, ja, ja!
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