martes, 10 de noviembre de 2009

«Ay, amor de hombre...» III

Y, bueno, ¿en qué nos quedamos? Ah, sí, en que por pura amistad, y para ayudarme a desfaçer un entuerto con FI, la damita de la trastienda, el amigo A. tuvo que sacrificar de un plumazo la reputación que con trabajo duro y honesto construyó todos estos años. Si no se acuerda, lo ven aquí y aquí.
 
Pero la cosa no quedó ahí.
 
Porque dije que estábamos a 6 ó 7 de algo, octubre o noviembre, no recuerdo, y desde cierto punto de vista ahí estuvo el problema.
 
Llegamos con las flores, globitos y dulces al departamento de mi amada. Eran las 00:30, oficialmente ya era nuestro aniversario. El amigo A. detuvo el auto y apagó las luces.
 
---Anda, sube; después vienes y te pego un aventón a la avenida para que tomes un taxi a tu casa. 
---Gracias, doctor.
---Yo me quedo aquí abajo todo el rato por si acaso.
---¿Por si acaso? ---le pregunté.
 
Me miró con toda la seriedad del mundo.
 
---Oye, estás a punto de entrar al departamento de FI, solo y en plena madrugada. Como no te quiero ver criar hijos antes de tiempo, yo me quedo aquí: tú subes, le entregas los regalos y le pides perdón, y si en cinco minutos no estás de nuevo en el auto, subo y te saco a patadas.
 
Entendí. Si en el mundo hubiera más amigos como A., no habría abortos, se lo aseguro. El cura de mi pueblo decía que mucha vaina era esto de hablar tanto de la píldora del día siguiente, que en vez de eso deberíamos hablar del día anterior. El amigo A. lo tenía claro.
 
De todos modos, aunque aquella noche hubiera querido hacer algo con FI, tampoco hubiera podido. Porque su vecina de departamento era nada menos que la novia del propio A. Guapa chica de un país del norte, bonita por dentro y por fuera, durante unas cortas vacaciones en nuestro país tuvo que ser llevada de emergencia a un hospital cuando una flecha disparada por un antiguo dios romano le traspasó el corazón. El médico que la atendió le dijo que ya no había nada que hacer, que se había enamorado sin remedio, y que el tratamiento apenas si podía ser paliativo: algunas atenciones todo el tiempo y tratar al paciente con amor. Ella eligió a su enfermero peruano y lo contrató de por vida para el servicio. Y lo hizo con tan buena fortuna, que poco más de un año después logró que el enfermero, además de haberle traspasado el corazón con la flecha le pusiera un anillo en el dedo para siempre. Y desde entonces son los pacientes más felices de la tierra.
 
En aquella época, M. ---así se llama la novia de A.--- vivía justo en el departamento de al lado de la damita de la trastienda. Felicidad enorme para mí: la novia de mi mejor amigo vivía al lado de mi novia. De hecho, se hicieron grandes amigas. La cosa es que cuando llegué al departamento, en plena medianoche, con todo a oscuras y hecho un manojo de nervios, la cosa no resultó tan sencilla como en la tele.
 
Comencé a tocar la puerta de FI lo más despacito que podía para no despertar a los vecinos; usé mis dedos:
 
---Tap, tap, tap.
 
No noté ningún cambio en el ambiente, así que al más puro estilo de instrucciones de frasco de shampoo, repetí la operación hasta obtener los resultados deseados.
 
---Tap, tap, tap....
---Tap, tap, tap, tap...
---Tap, tap, tap, tap, tap...
 
Descubrí que los frascos shampoo son una estafa: no dicen nada de qué pasa cuando se obtienen resultados no deseados. Porque luego de la cuarta andanada de taps, vi con horror que las luces de los departamentos vecinos comenzaban a encenderse. Miré en derredor y comencé a buscar un sitio para esconderme antes de que sea...
 
---¿Kike?
 
...demasiado tarde.
 
La novia de A. se acababa de despertar, encendía la luz de su habitación y se asomaba a la puerta.
 
---Kike, ¿eres tú?
---Esteemm...
 
Con la vergüenza hecha una bola roja en la cara, me atraganté con frases sobre sorpresa, aniversario con FI, el auto de A. y muchas disculpas. Debió de funcionar, porque luego de una sonrisa, M. volvió a cerrar la puerta y a apagar las luces.
 
Entonces se abrió la puerta del departamento de FI. Unos ojos chinos de sueño se asomaban sobre un rostro pálido y con marcas de sábanas aún frescas. FI tenía los cabellos revueltos y la boca arrugada, casi tanto como la ropa que usaba como pijama. Aun así estaba preciosa.
 
---¡Sorpresa! ---grité en voz baja... sí, cuando estás enamorado se puede gritar en voz baja: los físicos deberían estudiar eso.
---Ven acá, sonso.
 
FI me jaló del brazo y me metió a su casa. Dejamos la puerta entreabierta para que a nadie le entrara la sospecha de que estábamos haciendo cochinadas.
 
---Sorpresa, mi amor: ¡feliz aniversario! ---dije con mi mejor sonrisa---. He venido a darte esto para sorprenderte y también para decirte que lo siento mucho.
 
Le alcancé las flores, el globito y los dulces, lleno de ilusión. Los recibió y una sonrisa se dibujó en su rostro. Era una sonrisa tímida y dubitativa, conmovida pero condescendiente: "No le pidas mucho ---pensé---, recuerda que está molesta".
 
---Perdóname por lo que pasó... ---empecé.
---Sí, Kike, pero...
---Pero nada. Sé que es tarde, pero quisiera que vieras que estoy arrepentido y que...
---Amor...
---Sí, sí, lo sé, quieres descansar; pero escúchame un momento. Anda, dame una sonrisita, prométeme que lo conversaremos mañana para arreglar las cosas y...
---Sí, conversemos mañana, por favor... ---dijo con un hilo de voz.
---...y alegrémonos por nuestro aniversario. ¡Te quiero mu...!
 
Y entonces no pudo más y lo dijo sin asco:
 
---Amor, es que nuestro aniversario es mañana.
 
Yo repasé mentalmente la fecha, que es algo que me cuesta muchísimo, y con las justas repliqué:
 
---Pero, linda, ¿no es hoy día seis? ¡Ya es de madrugada, ya es seis! ---anuncié con gracia, a lo mejor como se acababa de despertar, y de puro despistada...
---No, Kikito: nuestro aniversario es el siete.
 
¿Ya me comprenden mejor ahora? Por eso decía que estábamos a 6 ó 7 de algo, octubre o noviembre, no recuerdo bien... ¡y ahí estuvo el problema!
 
Fuera de bromas, este post es un canto a la amistad, en particular para mi amigo A. Y si bien se merece algo mucho mejor por lo bueno que ha sido conmigo estos años, yo, que no soy capaz de hacer nada mejor, a lo mucho me propuse tan solo escribir esto de aquí y retribuirle con mi propia vida tantos favores.
 
Qué hermosa es la amistad cristiana. ¿Qué tiene de diferente con algún otro tipo de amistad? Nada, digo del modo más irónico posible: tan solo que el Fundador del club dijo que para ser miembro había que dar la vida por los amigos, y eso es la garantía más grande de felicidad aquí, sobre la tierra, y luego, en el Cielo, la vida eterna. No hay delicia más grande, y quiero me he propuesto dedicar toda mi vida a comprobarlo.

7 comentarios:

AleMamá dijo...

Kike: te había perdido, amigo....gracias por recordar a los viejos amigos blogueros.
Un abrazo

Kike dijo...

Te acepto lo de "viejo" por lo añejo de la amistad, pero no te lo permito por alguna otra razón: ¡eres más joven que yo!

Luis y Mª Jesús dijo...

¡Me ha encantado!.
FI tiene muchísima suerte y tu también de tener ese amigo de verdad.
Para consuelo de FI, Luis se confunde de mes, nunca sabe si octubre o noviembre y duda entre el seis -aniversario de boda- y el doce -mi cumple-, pero nunca se olvida de otras cosas que mantienen viva la familia: "a rezar" -dice todas las noches.
Gracias por tu comentario.
¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

¡Qué grande el amigo A. y qué buena la retribución/homenaje que nos tuvo en vilo durante los últimos 9 meses y 6, 7 u 8 días!

Saludos, máster

el ex-Anónimo psicótico de siempre (S.)

Kike dijo...

Ya se le extrañaba, ex anónimo psicótico de siempre. Un abrazo.

Galatea dijo...

Querido Kike, que linda historia, gracias por contarla y que bueno es siempre tener amigos que atesoran lo mismo que nosotros
Un abrazo a la distancia!

Carlos dijo...

Jajaja, vaya, ya extrañaba esas risas producidas por su blog, don Kike (porque sí, tengo risas diferentes para cada uno =D). De cualquier modo ha valido la pena esperar.


PS: Hombre, se nos fue sin decir ni pío a los hamijos, al menos a los hamijos virtuales. =(



Ice.