domingo, 6 de agosto de 2006

¡El Mesías! ¡El Mesías!

El otro día les presenté a mi amigo M. ---el fotógrafo ad hoc---, y a los flamantes esposos R. y S. El martes fue cumpleaños de M., y nos reunimos un rato en su casa junto a otra gente. También estuvieron R. y S. Y recordando el día de la boda y todo eso, S. me contó algo de lo que no me di cuenta por lo nerviosos que estuvimos todos ese día.
 
¿Se imaginan un carro de novia (con novia y todo) convertido en un Ferrari azul (sí, ya sé...) a cien por hora en una vía expresa limeña en la hora más congestionada? Pues así íbamos, modestia aparte, para intentar llegar a tiempo a la iglesia. La chica en cuestión iba en la parte de atrás; su aparentemente sereno padre iba a mi lado, delante. Pero quienes también iban con nosotros eran el paje y la damita de honor. La damita de honor tendría unos cinco años, e iba de lo más tranquila, como si en vez de ir a la boda de su tía hubiera estado yendo a su casa luego de un pesado día de trabajo: miraba los edificios y los carros como sin verlos, tranquilísima y dejándose llevar adonde la vida la condujera. Quien parecía, más bien, que hubiera estado yendo a Alemania a ver la final del Mundial era el paje. A sus cinco años, no paraba de hablar, emocionadísimo. Aunque, a decir verdad, su tema preferido era la destreza, fortaleza, aventuras y poder de los Power Rangers. Lo escuché divertido y enternecido los primeros minutos; algo hastiado los siguientes; un poco aturdido después; y verdaderamente desesperado por que se callara al último. Creo que al final la velocidad del auto o la preocupación de su tía cuando descubrió que había olvidado el buqué en casa ---sí, eso pasó: agárrense--- lo desplazaron del centro de atención y reconoció que tocaba estar tranquilito.
 
La cosa es que S. me contó un detallito que yo no sabía. Y, bueno, algunas personas saben por qué no pongo ni pondré una foto por aquí. Pero los que me conocen saben llevo una barbita que de vez en cuando me olvido de hacer recortar. (En algunos aeropuertos de EE. UU. pensaron que era iraquí. ¡Y me lo decían en mi cara!). Cuando estábamos todos los que dije subiendo al auto, ya para dirigirnos a la iglesia, el niño subió al final. Y no bien me miró, se volvió a su tía en voz quedita y le dijo totalmente sorprendido: "¡Tía, es Jesucristo! ¡Es Jesucristo!". ¡Ja, ja, ja! ¡Ay, mi Dios! ¿O deberé decir "Ay, mí mismo"? ¡Ja, ja, ja!
 
Fuera de bromas, este humilde posteador acaba de llegar de un retiro que tuvo, aprovechando el largo feriado por fiestas patrias. Y nuevamente se encontró con esa verdad: lo único que vale la pena en la vida es, precisamente, ser como Jesucristo. Con barba o sin barba: no importa. Les juro que no me parezco. Pero debo ser capaz, algún día, de decir lo contrario de mi interior. Al menos, esa es la idea. La idea para todos, digo, no solo para mí.
 
¿Cómo dicen? ¿Que qué alucinadas estoy hablando? Nada, estoy hablando clarito. ¿O a poco se creían que ser cristiano era simplemente ser buenito o creer en Dios? Ya lo dijo uno de los doce que acompañó a Jesús (al verdadero) un día: "No tienes mérito. Los demonios también creen". ¡No me digan que en serio creían que bastaba con eso! Bueno, no se preocupen: eso se arregla de un plumazo. Basta recordar palabras como estas: "No todo el que diga 'Señor, Señor' se salvará, sino aquel que haga la voluntad de mi Padre" (Mt 7, 21). Esas sí son palabras serias... totalmente fuera de bromas, ahora sí.

5 comentarios:

Kike dijo...

Hombre, Sangre Azul, encantado. Y sea bienvenido cuando quiera. Y su listita, sí que me va a servir.

Un fuerte abrazo desde el Perú.

Anónimo dijo...

Hola, bonito blog... con puntitos celestes y ¿marrón claro? (mi monitor no es muy brillante que digamos).

Lo leo y me pregunto: ¿qué quiere decir este amigo al escribir
"Pero debo ser capaz, algún día, de decir lo contrario de mi interior"? ¿Me lo explicarías?

Gracias.

Kike dijo...

Y, sí, celestes y marrón claro, qué vamos a hacer: no paré en mientes a la hora de elegir la plantilla, je, je... Pero me gusta y ahí está el asunto.

Sobre lo que quise decir ahí, pues es sencillo: hay algunos que creen que basta con ser bueno o no haber sido arrestados alguna vez para darse por satisfechos en la vida. Nada más falso. Nada más vacío. Una vida así es simplemente plana y sosa.

De lo que se trata es de ser lo que debemos ser, es decir, nosotros mismos y no otra cosa: ser plenamente humanos. Y qué es ser humanos nos lo explica quien se hizo hombre para enseñarnos cuál era nuestro modelo original y a qué estamos llamados (GS 22).

Ahí hay todo un trabajo por hacer: hacer que el corazón de uno se parezca cada vez más al de él. Cada uno a su manera, ¿vio?, pero que se parezca. A eso me refería: debo ser capaz (y tú también) de decir algún día que mi interior sí se parece. ¡A mí me falta uuuuf! Pero ahí vamos.

Gracias por darte una vuelta por aquí. Y vuelve cuando quieras, que tu presencia honra este humilde sitio :-)

Marazul dijo...

Entiendo lo que explicaste (creo) sería lo máximo que el pajecito hubiera dicho que eras Jesús o que te parecías a Jesús, no por tu físico si no por tus actos.

Kike dijo...

¡Hey! ¡Un poquito de paciencia, pues! Me refiero, paciencia para el pajecito, que no se dio cuenta todavía, je, je...

No mentira. Tennos paciencia al Señor y a mí. Ya llegaremos, ¿no?

Saludazos, vuelve cuando quieras.