El otro día contaba cómo mi mamá es una experta en el género "notístico", oséase, en el de escribir notas caseras: ya saben, esas notas que uno deja en la puerta de la cocina o en el refrigerador, del tipo "Fulanito, dale de comer al perro" o "Mañana vence la cuenta del teléfono" o "El plato de sopa es para Zutanito: no se lo coman". Cosas así. Incluso puse un nuevo ejemplo de ello hace poco.
Pues bien, mi mamá, repito, es una maestra en el género. Y me vino a la mente un ejemplo de hace muchísimo tiempo. Tenía creo que trece o catorce años (yo, no mi mamá), y estaba en segundo de secundaria. Acabábamos de comprar el día anterior un horno microondas. Ya nos imaginan a todos en casa aquella noche, felices con el juguete nuevo, yendo y viniendo frenéticos de aquí para allá: mi papá jugando a calentar ---y quemar, todo hay que decirlo--- panes en diez segundos; una de mis hermanas buscando en el refrigerador más cosas para calentar; la otra echándole compulsivamente mantequilla a quinientos panes para luego derretirla ahí; yo leyendo el manual de instrucciones en la parte que dice "Advertencias", no fuera a ser que un masivo sobrecalentamiento de panes con mantequilla generase una catástrofe de dimensiones cósmicas; y mi mamá dirigiéndose alternativamente a uno u otro con advertencias del tipo "Eso da cáncer" o "No quiero que lo usemos más de lo necesario" o "¡Cuánta electricidad jalará este aparato!" y cosas así. Ya saben: mamá. Pero al final creo que la convencimos medio a regañadientes de usarlo (y, bueno...), a pesar del cáncer, de la electricidad y de cuanta cosa más.
Y la prueba es que, precisamente al día siguiente, en mi lonchera escolar mi linda madre me había dejado una sorpresa. Siempre llevaba yo de lonchera lo mismo: un puñado de la comida del día metido en un envase térmico y un poco de agua de manzana, té frío o cualquier cosa parecida. Ese día, sin embargo, a la hora del refrigerio, sentado ya con mis amigos de siempre para almorzar, abrí mi lonchera con emoción, pues hacía hambre, como decimos por acá. Y procedí a abrir el dichoso envase térmico con verdadera fruición: me relamía los dientes. Y cuál no sería mi sorpresa cuando dentro encontré un pedazo de algo que parecía haber sido alguna vez un pollo, y un poco de arroz. El pollo estaba negro, empequeñecido y ralo, y además, más duro que mi corazón. Y encima de todo eso había una nota, un pequeño post-it recortado, metido ahí, encima del pollo. Lo tomé con cuidado, pues estaba algo grasoso, y pude leer esta obra maestra de mi madre:
Este pollito es mi primeraexperiencia con el microondas.Compréndeme.Tu mamá
¡Ja, ja, ja! ¡Y luego quieren que uno no quiera a la señora! ¡Ja, ja, ja! Recuerdo haber guardado esa nota por años en una cajita, a ver si algún día podía hacerme famoso con ella.
Fuera de bromas, el humor es parte importantísima de la convivencia entre seres humanos, y especialmente de la convivencia familiar. Son este tipo de cosas ---anécdotas sencillas, casi intrascendentes--- las que hacen que la vida en común de tres o más sujetos sea no solo tolerable, sino hermosa y memorable (han pasado quince años desde eso y todavía me acuerdo de las palabras exactas de la nota).
¿Qué de cosas como esta no habrá habido en la Sagrada Familia? Porque ha debido de haber sus cosas ahí para que el Maestro nos saliera un tipo tan gracioso como era. ¿A que no? ¡Claro que sí! A veces uno se cree que la Biblia es un libro aburrido y muy solemne, y que Jesús era algo más parecido a un maestro de ceremonias que a un maestro de vida, que eso es. Pero nada que ver. Basta leer el Evangelio con más cuidado para darse cuenta de que tenía su humor. Como en aquella ocasión en que después de resucitado decide por un ratito agarrar de boba a la pobre María Magdalena, y por un instante le hace creer que es el jardinero del huerto (Jn 20, 11-16). O como cuando al enterarse del tremendo carácter que tenían los hermanos Juan y Santiago ---de sus preferidos---, les pone de apodo los hijos del trueno (Mc 3, 17), ¡ja, ja, ja! Y respecto a lo del tremendo carácter, compruébenlo dándole una miradita a ese pasaje en el que, tras haber sido rechazados olímpicamente en una ciudad en la que buscaban posada para Jesús, fueron donde el Señor indignadísimos a decirle: "Maestro, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?" (Lc 9, 51-56). ¡Ja, ja, ja! Ese día el Señor les tuvo que dar su coscorrón (v. 56) ¡Y, claro: díganme si no, si eran tal par de joyitas! ¡Ja, ja, ja!
El humor es cosa importantísima, y hay que cultivarlo. Y digo bien, señores, porque si bien algunos nacen con esa cualidad, otros pueden alcanzarla como virtud, cultivándose y esforzándose por tener buen humor y hacerlo tener a los demás. El Maestro era (y es) un tipo gracioso, creo yo. Y la Biblia también es un libro divertido en varias ocasiones. Ya volveremos sobre esto más adelante. Por lo pronto, ya quisiera yo ver qué tipo de notas escribía la Virgen María en su propia casa.
17 comentarios:
Me encantó lo considerado de la nota. A pesar de que te dejó sin algo comestible, tuvo la decencia de avisarte. Que adorable, en serio. Cosas como esa solo se pueden tomar con humor, ni hablar.
¡Ja, ja, ja! Sí, con humor, ni hablar. Aunque, como ves, con esa ternura y con ese humor, ese pollo fue uno de los más ricos que comí en mi vida. ¡No estuvo tan mal tampoco! Un abrazo.
Eso del microondas me recordo cuando mi madre se compro un celular y no sabia como contestar los mensajes, jojojojo!! No sabia que el nuevo testamento tambien tenia sus puntadas de humor.
Saludos hasta alla desde aca tocayo!
Salud, tocayo. Fectivamente, tiene vaaarias puntadas de humor. Ya comentaré. Y lo de los "jefes" de uno usando tecnología... ¡mi Dios, es todo un tema, ¡ja, ja, ja!
Bienvenido, tocayo, y espero verte más seguido.
A ver... comida de microondas hecha por la mamita justo despues de comprar el microondas, debe ser todo un evento, pero cierto, solo el humor puede ayudar a sobrellevar las cositas que nuestras madres nos quieren dar con todo su cariño justo cuando se animan a usar un poco de tecnologia. Efectivamente Jesús fue muy sabio en darnos unas puntaditas de comicidad para educarnos a todos.
Todo un evento, señor... tanto así que creo que nunca más mi mamá se animó a cocinar algo en el microondas, ¡ja, ja, ja! Pero ahí vamos, ahí vamos: no es fundamental reconciliarse con un aparato de esos para la salvación, ¿verdad? Un abrazo, irmão.
Jajaja esa nota fue la neta jajaja
Ps que hábil es su señora madre eehh =D
Pos sí, la neta, chava. Y qué, pues, que así son las jefas, ¿vio? ¡Ja, ja, ja!
Esas Sras. a las que tanto se les quiere... por lo visto tu mami es la "maestra" de las notitas, no? jajaja!
Hay que leer mas seguido la biblia para captar mejor aquellos detalles que a veces pasamos por alto, gracias por los datos.
Y, sí, mi mamá es una maestra... ¡ni te cuento! Y sobre lo de la Biblia, en serio que hay partes que son un vacilón. Espero pronto poder hablar de eso. Saludazos.
hola kike :)
sí,sí...ya ves...he leído toda tu "nota".
;)
Hubo una época,hace aaaños, en q mi padre cansado de repetirnos las cosas a mis hermanas y a mí...nos empezó dejar notitas por toda la casa.
Bah! notitas no: CARTELES. ejs: al lado de dónde dejábamos los aparatos para los dientes...pegó un cartel enoorme recordándonos que los teníamos q usar cada día.
Todavía en una puerta metálica del garage de mi casa se lee: CERRAR LA PUERTA al pasar.
Unaverguenza cada vezq iban mis amigos!!
Este fin de semana pasado fuí a casa de mis padres.Mis hermanas viven ahí aún...y leo un cartel pegado en la mesa del comedor: "Esto es una mesa, no un depósito"
jajajjajajja
está muy loco!!! (pero surte efecto, dicen mis hermanas)
¡Ja, ja, ja! Pues veo que tu padre es de la misma corriente intelectual que mi madre, ¿no? ¡Ja, ja, ja! Bueno, mientras sea igual de buena persona que ella, no hay problema. Y sí que hay que "tener correa" (significa 'tener aguante') para poner cara dura cuando tus amigos ven las notas, ¡ja, ja, ja!
Un abrazo y vuelve cuando quieras: hay limonada y galletitas.
Amigo es la primera vez que escribiré en tu blogger (Fuera de Bromas lo tengo en mis favoritos), lo leo cuando el tiempo me lo permite, pero el hacerlo me llena de una gran sonrisa.
¡Hablar de las notas de Mamá! JA JA Son anecdotas para contar con una sonrisa amigo mío..son interesantes recuerdos que a uno le llenan de mucha alegría.
Atte. Jorge Oliva (Bellavista)
Pd. Nos vemos en Misa el domingo Kike
Salvaguay1:
Microhundido, fectivamente. Pero igual, fue uno de los más ricos que me comí en la vida.
Saludos desde el Callao.
Coco:
¡Hermano, no te había reconocido! ¡Ja, ja, ja! Qué gusto que pases por aquí. Gracias por el honor de poner el blogcito en tus favoritos. Pronto verás que se pondrá mejor.
Y, sí: las notas de mamá son un tema laaaaaargo, ¡ja, ja, ja!
Un fuerte abrazo.
Q seria de mi sin las hojas amarillas de pega jaja, ayss si es q tengo memoria pez, que le hago jooo!!
PD: de que te estaba hablando?
jajaja lo ves!!!
¡Ja, ja, ja! ¡Veo que la señorita es un caso clínico! Pero dele, dele, igual es bienvenida :-) Todos son bienvenidos por aquí en cuanto sean bienvenidos. Un abrazo.
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