El otro día hablé por aquí de mi tía que acababa de venir de visita de los Yunaites, aquella que le regaló a todo el mundo cremas de Victoria's Secret. Como ya vuelve este viernes al que ahora es su país, la invitamos a pasar por casa anoche para cenar. Y fue una velada lindísima, dulce y muy cálida, llena de anécdotas sobre la familia y los primos allá, sobre su trabajo, sobre la idiosincracia y la política estadounidenses, y sobre algunas anécdotas e historias que le ocurrieron a mi tía con la gente mexicana que conoció durante el año que vivió en California. Para mí fue muy bonito, pues por México siento un especial cariño y una suerte de entrañable curiosidad; de hecho, es un país que espero con mucha ilusión poder visitar algún día.
Esta vez mi mamá se demoró un poco a la hora de decidir qué cocinar, pues mi tía nos había comentado que ya aprendió a comer como allá : poco en la mañana, poco al mediodía y fuerte en la tarde; en la noche ya no comía casi nada. De hecho, cuando recién vino nos contaba que en la noche apenas si comía algo de fruta y un yogur. De hecho nos lo contó feliz, pues mi tía siempre ha sido gordita, y aunque ahora lo sigue siendo, se le ve bastante bien, pues ya está en un peso controlado.
Así que mi madre, nerviosa, estuvo pensándoselo mucho antes de decantarse finalmente por un pollo al horno y una ensalada rusa para la cena. Fue una buena elección, porque su ensalada se llevó todos los elogios. Siempre le queda bien, pero esta vez impresionó a la concurrencia.
La cosa es que llegó la hora del postre. Y mi mamá, como no sabía qué comería mi tía, fue precavida: preparó una mazamorra morada ---un dulce típico de Lima, muy rico--- y una ensalada de frutas con yogur. Bueno, al menos esa era su intención, porque al final las frutas se quedaron en intención, je, je... Así que era digamos que yogur solo.
Bueno, acabada la cena le pregunta a mi tía:
---Dime, I., ¿quisieras mazamorra morada o yogur?
Mi tía abrió los ojos como platos, y una gota de sudor cayó por su frente. Hacía tres años que no comía tanto en la noche, y esta vez se empujó nada menos que entrada y plato de fondo. Casi asustada, como si le hubieran dicho "Oye, ¿por qué no nos corremos una maratón? ¿Voy por tus zapatillas?", respondió:
---No, L., un ratito, por favor... Dame un ratito...
¡Ja, ja, ja! Mi tía pidiendo time-out! Era gracioso. Todos nos reímos, y seguimos haciendo sobremesa un rato más. Los minutos pasaban, reíamos, conversábamos, debatíamos, nos alegrábamos... Todo muy lindo.
Pero con mi mamá y la comida no se juega, ¿vio? Exactamente treinta minutos después, mi mamá volvió a la carga: el tiempo ya había sido suficiente, que la invitada se dejara de vainas:
---¿Ahora, I.? ¿Ya te sirvo? ¿Quieres yogur o mazamorra morada?
Mi tía volvió a abrir los ojos: no, a esa mujer no se le había olvidado... ¡Ja, ja, ja! Así que un poco con resignación y otro poco con la patita embarrada en la tentación de volver a probar un postre limeño, le dice a mi madre:
---Una mazamorra, L., por favor.
Y mi madre, que para estas cosas se pinta sola, sin pensarlo ni un segundo dijo como impulsada por un resorte, como lo más natural del mundo:
---Ya: entonces primero la mazamorra y después el yogur.
¡Y mi pobre tía casi se desmaya! ¡Ja, ja, ja!
Fuera de bromas, cuando por fin pude parar de reír me quedé pensando en la actitud de mi madre. De hecho que obedece en parte a ciertos genes ancestrales que hay por acá, y mucho más presentes todavía en el interior de mi país ---y de seguro que en el interior de muchos otros---, que mueven a los anfitriones a buscar empachar de comida al visitante. Pero yendo un poco más más allá, creo que incluso esa actitud telúrica obedece a un principio más de fondo: al criterio de hospitalidad, la idea de "permíteme, por favor, hacerte un bien. Yo quiero que estés bien".
Qué dulce pensamiento. Buscar el bien del otro, con un gesto tan sencillo pero tan esencial (en todo el sentido de la palabra) como darte de comer. La gratuidad hecha gesto concreto; el corazón en la mano metaforizado en la bandeja que se te alcanza para que te sirvas; llenar tu corazón de fuerzas y de cariño, todo al mismo tiempo. Qué hermoso que algunas costumbres que tocan el fondo de lo humano estén presentes en la cultura. Justo en estos días me preguntaba por qué la hospitalidad es un valor cristiano, y encontré la respuesta en esto, en que es cristiano porque es auténticamente humano. Si vino Dios a la tierra a enseñarnos cómo ser hombres, todo lo que nos haga más hombres nos acerca a Dios.
"Quiero que estés bien, por eso te doy de comer". Y mucho, porque en mi país se cree que mientras más coma uno, mejor estará. De hecho, mientras más gordito sea el niño, más felices están las madres por aquí. Yo todavía recuerdo a mi madre diciéndome una y otra vez cuando era pequeño que comiera para que fuera un niño gordito y sano.... ¡Ja, ja, ja: la tremenda frustración debió de sentir la pobre cuando un par de décadas después el hijo le salió como le salió!
10 comentarios:
hola enrique!
bien dices, siempre queremos dar lo mejor y mostrar a nuestros huespedes lo importante que son!
un saludo, ke bueno ke te veo de nuevo..
¡Hola, vieja amiga! No por lo vieja, sino por lo amiga, ¡eh! ¡Ja, ja, ja!
Y sí, siempre queremos tratar divino a nuestros invitados, ¿no? ¿No es algo dulce? Hay una idea de generosidad y de gratuidad detrás.
Un abrazote y vuelve pronto.
En Chile es lo mismo. Creo que nos unen muchas mas cosas que las que nos separan (el futbol, por ejemplo, ayer les ganamos despues de 20 annos jiji, y perdona)
Lo de celebrar comiendo y los ninnos gorditos....UFFFFFFFFFFFF, plaga, pero tu eres flaco, no hay problemas ahi.
En mi pais han entrado mucho las maravillas culinarias del Peru, pero, fuera de bromas, jamas como las de tu madre, presumo.
Saludos
hola Kike
hoy estaba dandole un repaso a mi blog y me encontre con un comment tuyo
muchas gracias por pasar a mi blog y sobre todo dejar tu opinion
te pido disculpas por regresar el posta hasta ahorita!
pero te he leido la verdad es que ahora te leere cada vez que postees por que me ha encando como escribes!!!
bueno eso es todo
saludos y espero no estemos leyendo seguido :D
Bla Bla:
Pondré una regla: está prohibido hablar de fútbol en este blog... ¡ja, ja, ja! No, mentira, no es cierto.
Solo que no respondo si me descontrolo, ¡eh! Hasta ahora no se me va el mal sabor de boca de lo de ayer... y de lo de hace media semana. ¡Y ayer ni siquiera jugamos mejor que el sábado! Una desgracia, una desgracia... ¿Que hace veinte años que no nos ganaban? No te creo. Parece que fue ayer...
En fin, la corto aquí para no seguir rabiando y porque tengo que lavar las ollas que dejó mi madre con la comida para que seamos gorditos... cosa que no sucedió con ninguno de nosotros tres, je, je...
Salud, Puckis:
¡Hombre, no sabes cuánto me halaga lo que dices! Encantado, encantado, vuelve cuando quieras. Hay limonada y galletitas. Serás bienvenida siempre que tu selección de fútbol no le gane a la mía... je, je... (ver comentario anterior).
(Por si acaso esto último es una broma, ¡eh! Que quede bien claro... ¡porque si no, me quedaría sin lectores!).
Jajaja si cierto, es que aquí te engordan o mejor dicho te rellenan estilo navidad!!...una manera extraña de pensar que se estará a gusto siendo la "invitada", el problema es que si no conoces bien a las personas de la casa, como les dices:
BASTAAA ESTOY REPLETAA!!
(a comer no más,para no ofender...)
Así que soy un bicho raro Peruano porque me gusta le Heavy metal?? eso está por verse... pero si entiendo tu asombro, estamos invadidos del reggaeton y todos sus derivados con nombres caninos, que suele extraño pensar que aún haya gente que aprecie la buena música...
Saludos peligrosos compatriota
DW
PD. Odio esas letritas de verificación grrr
Saludos compatriota:
Afortunadamente, creo que siempre he sabido tener alguna buena excusa para evitar terminar con la comida saliéndoseme por las orejas... la de estar mal del estómago es una de las más manidas. El problema es que casi siempre es verdad, y entonces ya no es bonito, je, je...
Más bien, en circunstancias como esas me conmueve la dulzura de la gente, que llega al punto a veces de prepararme algo especial solo para mí (distinto al resto del menú para los demás invitados) solo porque anuncié que estoy mal del estómago y porque no quieren que deje de ir. ¿No es dulce? A mí, la verdad, me descolocan esos gestos, y voy casi casi de rodillas agradeciendo. Y la paso genial, eso sí.
El problema, además, es que como soy flaco, siempre me tratan de rellenar a como dé lugar, ¡ja, ja, ja!
Saludos y vuelve cuando quieras: hay limonada y galletitas.
Me reí mucho porque me recordó una tía que cuando visito, vuelvo con unos kilos de mas, ademas de todo el amor que me dan ahí, me dan de comer como si se acabar el mundo!
besos, K
Pues me tendrás que llevar donde tu tía un día para que me suba los kilos que me faltan, ¡ja, ja, ja!
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