martes, 30 de enero de 2007
Viejo
jueves, 25 de enero de 2007
El "home run" de la identidad
lunes, 22 de enero de 2007
Odisea bancaria 3
Hola Kike
Desde hace dos días estoy tratando de transferirte el dinero por el mes de diciembre. Pero, nuevamente, no contamos con el apoyo del Banco. Por alguna razón que no comprendo, en el último paso de la transacción me sale un aviso que dice haber excedido el límite de la transferencia. Este mensaje no tiene sentido ni por el monto ni por la cantidad que tengo en la cuenta de la cual debe salir el dinero. Como ya no puedo seguir intentando, me disculpo y te comunico que esperaré hasta mi llegada a Lima [...] para entregarte el dinero correspondiente. ¿De acuerdo?
miércoles, 17 de enero de 2007
"Need for Speed"
Por aquí la unidad básica de transporte público urbano se llama combi. Creo que se llama así porque estas camionetas se parecen mucho al famoso modelo Combi, de Volkswagen. Transitan por la ciudad cubriendo determinadas rutas (hay decenas ---quizá cientos--- de rutas de combis), por lo que puedes abordarlas donde sea; con un poco de suerte, hasta pararán donde quieres, por lo que las usamos para ir a todos lados. Una combi peruana es como una lata de sardinas pero con ruedas.
También tenemos otras camionetas un poco más grandes, que llamamos cúster, seguramente también por el modelo Custer, que sacó Nissan hace muchos años. Una cúster peruana es, igual, una lata de sardinas con ruedas, solo que más grande. (Ojo: dije "más grande" y no "más espaciosa" ni "más cómoda"). Esta sí tiene la suficiente altura como para que las sardinas vayan paradas, apiñadas unas sobre otras. Como decimos por aquí: "Es la misma chola, pero con otro calzón".(1)
Las combis han generado todo un dinamismo a su alrededor, un dinamismo que ha cambiado la vida (y esto no es broma) de cada ciudad peruana. El estilo de trato de los choferes y cobradores, el trato entre los pasajeros, la informalidad, la desobediencia contumaz a las reglas de cortesía, de tránsito, de justicia y del buen gusto; todo esto ha nacido ahí y se ha extendido a todos los sectores de la vida urbana, al punto que los estudiosos sociales se refieren a este nuevo estilo peruano de vida urbana como cultura combi.
Si a eso le suman el indescriptible tráfico limeño (quien aprende a conducir aquí ya está preparado para conducir un tanque blindado en cualquier guerra), entenderán por qué viajar en combi es toda una odisea en Lima, y es uno de los motivos más fuertes de estrés. La cantidad de gente que utiliza algún dispositivo portátil de música cuando viaja en combi ---para ayudarse a sobrellevar un poco el asunto--- se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años. Y para este dato no cito fuentes porque es tan sencillo como tener uso de razón y, por lo menos, cinco años de usuario de combis: se ve al ojo. Yo mismo no subo a una sin tener el minidisc a la mano.
En fin, la cosa es que iba yo en una cúster, de regreso a casita. Iba algo molesto, precisamente por estar viajando en una. También iba molesto porque acababa de perder una buena hora de mi vida (con el tiempo escaso que tiene uno) en hacer un viajecito (en combi) a un lugar al que no tenía que haber ido ("Señor, disculpe, vengo a...", "No, todavía no le toca, señor", "¿Cómo? ¿Está seguro?", "Sí, señor, fíjese: su fecha de vencimiento es recién en febrero...", "¡Caa...! ¡Me lleva el...! ¡La...!", "¿Cómo dice señor?", "¿Eh? No, que nada, que gracias, hermano", "Para servirle").
Iba, decía, molesto y renegando, cuando ya muy cerca de mi casa la cúster se detiene para recoger a un par de pasajeros. Miro por mi ventana y veo a una señora, ya mayor, pero no alcancé a ver quién iba a subir con ella. Me desentendí, entonces, del asunto: no estaba de humor para andar adivinando quién subía y quién no. Pero, de pronto, una pequeña vocecita cambió esto por completo.
Al principio solo se oyó, sin verse la fuente de donde manaba: "Por favor...". Pero unos milisegundos después, una cabecita asomó por la escalerilla de la cúster, y luego un pequeño cuerpecito. Era un niño de unos cinco años, con un rostro angelical y un gesto muy muy divertido. Y mientras subía, tomándose con cuidado del pasamanos, iba diciendo al viento, para nadie y para todos al mismo tiempo ---y especialmente para el chofer, aunque sin mirarlo--- con una de las expresiones más pícaras que he visto en mi vida:
---Por favor, vaya rápido porque me gusta la velocidad ---y al decirlo nos derritió con una sonrisa que le quitaría todo el rencor al mismísimo diablo.
¡No, hombre, así cómo querían que mantuviera mi mal humor! ¡Ja, ja, ja!
Detrás de nuestro futuro campeón de fórmula uno subió la abuelita, con sonrisa de "Ay, miren al travieso este". Todos los que estábamos en la cúster estallamos en risas. Unos segundos después, el futuro Ayrton Senna peruano se sentaba cuidadosamente en un asiento, sin abandonar su sonrisa, ni sus sueños de que la cúster rompiera la barrera del sonido delante de sus ojos (lo cual ni siquiera tenía que haber pedido: algunos choferes de combis son especialistas en eso... en la velocidad y en el sonido).
Fuera de bromas, existe algo llamado providencia, que no es solamente el nombre de cientos de pueblos alrededor del mundo (en particular, de una linda y rara ciudad en el noreste de EE. UU.). La providencia es el modo en que Dios ordena las cosas en su infinita sabiduría y movido por su amor, de modo que redunden en el mejor beneficio posible para cada una de las personas. Es el orden divino que, de entre todas las posibilidades, escoge aquellas que más bien nos harán.
Esto seguramente evoca un poco a la física cuántica o a aquel cuentito rompecerebros de Jorge Luis Borges: "El jardín de senderos que se bifurcan". Puede ser útil tomar ambos como referencia. Dios, de entre todas las posibilidades, actualiza (hace acto) aquellas que más nos favorezcan (aunque a veces no lo veamos así), inspirado por su inmenso amor a cada uno de nosotros. Teje una complicada y sutilísima telaraña de amor.
¿Por qué menciono esto? Porque encontrarme con ese chiquillo en la cúster fue como un bálsamo de dulzura. El malhumor no me desapareció de golpe, es verdad. Pero se atenuó lo suficiente como para poder manejarlo por las siguientes horas. Y luego desapareció. ¿Cuántas cosas de estas no hace Dios por nosotros todos los días?
Ojo: no digo que Dios haya hecho que el niñito dijera esas palabras. Vamos, ¿acusarme de determinista a mí? Nancy que Bertha.(2) Dios opera sobre los acontecimientos, a veces sobre algunas leyes naturales, o nos inspira actos e intenciones. Pero no manipula a las personas como si fueran títeres.
Yo me refería a otra cosa. Los gringos tienen una frase que ayuda mucho a entenderlo: cuando algo bueno te pasa, te dirán: "You were in the right place at the right time ('estuviste en el lugar preciso y en el momento preciso'). En mi caso, eso fue lo que sucedió. ¡Y lo bien que me vino!
(1) Chola: se le llama cholo de modo cariñoso o despectivo (depende del contexto) al poblador de la sierra del Perú. Calzón: nombre que en el Perú recibe la prenda íntima femenina, la que está más cerca del suelo, por decirlo de algún modo. En otros países: bragas, bombacha, calchuncho, blúmer, panti, calzonario, bikini, ditro, bataclanes, bluma, pantaleta.
(2) Nancy que Bertha: 'nada que ver'.