Mi mamá puede ser todo lo dulce que quieran. De hecho, por ahí alguna persona que leyó algunos posts anteriores me hizo un comentario en esa línea (a la vez que me sorprendió que hubiera gente que leyera esto) . Pero el asunto tampoco es como para cantar victoria antes de tiempo. ¡Ah, no! Porque de que le entran sus quince minutos, le entran... ¡y todos salimos corriendo!
Y, bueno, esta vez no le entraron sus quince minutos. Pero estuvimos cerca (¡uf!). Les cuento. Aquí en el Perú le llamamos terma al calentador de agua. Es ese aparato que hace que cuando te bañes el agua salga calientita. En mi casa se usa uno que es un tanque de agua con una resistencia eléctrica enorme. Dicen que es el aparato más caro de la casa, y supongo que es verdad. Y por esa razón siempre procuramos tenerlo apagado, salvo en las mañanas, que es cuando todos quieren agua caliente. Incluso nos hemos comprado un temporizador que hace que se encienda a las 4 de la mañana y se apague a las 9. Para no consumir, ¿vio?
La cosa es que, hace un par de días, eran ya mucho más de las 9 de la mañana cuando mi mamá se fue a lavar las manos... y el agua salió caliente. Rápidamente la sonrisa se le congeló en la cara, las cejas en su frente comenzaron a caer y a arquearse hacia el centro, y la palidez invadió su rostro. ¿Cómo? ¿Qué dice? Ya, sí, tá bien, tá bien... toy exagerando. Pero se puso un poco verde, eso sí.
La cosa es que mil veces mi mamá nos ha insistido en que apaguemos la terma luego de usarla, me refiero a las ocasiones en las que la encendamos manualmente. Y nunca falta quien se olvida de apagarla. Y mi mamá siempre es la que detecta este tipo de cosas. Y, pues, llega un momento en que ni con Valium la tranquilizas. Ayer, después de sentir el agua caliente en las manos, comenzó a soltar lo que para nosotros eran los primeros signos de alarma.
---¡Mira, pues! ¿Quién dejó la terma prendida?
En casa solo estábamos mi hermana y yo. Y apenas oímos esa pregunta sabíamos que la vida no volvería a ser igual. Incluso mi hermana intentó escapar. Pero era demasiado tarde. Mi mamá había ido a fijarse en el temporizador, que está al lado de la llave eléctrica que enciende la terma.
---¡¿Ya lo ven?! ¡Prendida! ¿Quién la prendió y no la apagó?
En realidad, yo tengo poco de qué preocuparme. Mi mamá ya ni me interroga a mí porque sabe que ni el más crudo invierno limeño hará que me bañe con agua caliente. Siempre prefiero el agua fría. Así que la única sospechosa por ahora era mi hermana. Pasado su sobresalto inicial, sin embargo, se logró recomponer, y con la tranquilidad que da la inocencia hizo su descargó:
---Yo no fui.
Eso dejó como únicos sospechosos a los ausentes, ambos distraídos empedernidos: mi papá y mi otra hermana. Los dos habían salido a trabajar, por lo que no había cómo preguntarles. Pero eso no importaba. La paciencia de mi mamá había llegado a su límite. Días y días de estériles advertencias, repetidas escenas de sugerencias, quejas, órdenes y juramentos... Ya no más. Se supone que la terma había estado encendida desde el día anterior. Y eso dejó a mi madre hecha un huracán. Y muy decidida.
--- Ya. Ahora van a ver cómo no se les va a olvidar...
Y desapareció buscando un lapicero y un papel. Yo me olvidé del asunto. Conmigo no era, ¿ven? Pero luego de un rato bajé, y en la mesa de la cocina, donde dejamos todas las notas familiares (recados telefónicos, encargos de darle de comer al perro, etc.), encontré la siguiente nota, una de las más divertidas que le he leído a mi mamá, que, ciertamente, es una maestra el género (le encanta escribir notas):
¿Quién prendió la terma hasta hoy lunes?¿Desde cuándo la han prendido?Son S/. 10.= extra en Edelnor.*Pasa a la caja con tus S/. 10.=L.
¡Ja, ja, ja! Cuando la leí no pude aguantar la risa. ¡Ni mi propia madre nos perdona! ¡Ja, ja, ja! Creo que no hace falta decir que ese "pasa por caja" significa 'ven y págame, quienquiera que seas'. ¡Ja, ja, ja! ¿Han visto cómo están las cosas en mi casa?: ¡ahora se nos cobra por ser hijos! ¡Ja, ja, ja!
Fuera de bromas, el asunto me dejó pensando en cierto estilo de pedagogía. De hecho, esa era la justificación que mi mamá esgrimía para su nota: "Con esto no se les va a olvidar". Y es que no es mala pedagogía conseguir ---o mover a alguien a hacerlo--- un bien por medio de algo que nos cueste esfuerzo o nos sea particularmente desagradable; incluso por medio de algo que quizá en primera instancia nos cause dolor (ojo que no estoy hablando de realidades inmorales: estoy hablando de realidades desagradables, dolorosas o incómodas, que no es lo mismo. El fin bueno no justifica los medios inmorales). Ya cité antes la comparación que hacía C. S. Lewis entre Dios y los dentistas. Y, efectivamente, a veces Dios se sirve de ciertos acontecimientos desagradables para educarnos, o nos mueve a conseguir algo con esfuerzo. Y, claro, a veces ese esfuerzo nos puede costar, porque somos engreídos, caprichosos, amodorrados o simplemente porque nuestro hombre viejo suelta sus pataletas.
Ahora bien, debo aclarar una cosita: estoy hablando de ciertas cosas incómodas o doloras, pero no de realidades objetivamente malas. Dios NUNCA busca o quiere el mal para nosotros. El mal en el mundo ocurre por múltiples causas (acción humana, leyes naturales, ley del abajamiento, mysterium iniquitatis...), causas ajenas a la voluntad divina. Pero de que Dios sabe sacar cosas buenas de estas cosas malas, sabe. Y lo hace. Y de que siempre quiere nuestro bien, también. Sin embargo, ese es otro tema. Aquí me estoy refiriendo a cuando Dios nos lleva a conseguir algo mediante esfuerzo. El dolor o el esfuerzo no son lo mismo que el mal, ni lo implican necesariamente. Son cosas muy distintas. Y así creo que también se debe entender mi comentario pasado sobre Lewis y la "inofensividad" de Dios: no quise decir "Dios no es inofensivo" refiriéndome a que es maligno; no, señores: me refería a que Dios no es inofensivo porque nos hace trabajar, nos exige, nos mueve de la modorra. Y eso, al que menos, le fastidia.
Y es que es padre, pues. ¿Qué esperaban? Es un padre recto, justo, amante y compasivo. No es un abuelo remilgado, consentidor, fofo y permisivo. Él nos educa. Y tiene su estilo, fíjense.
* Edelnor = compañía que nos brinda el servicio de electricidad.